La depresión, la tristeza y la ansiedad son nuestros enemigos, que carcomen eI alma y la paz.
Sin embargo todo esto se contrarresta con la llenura del Espíritu Santo y la comunicación diaria con Dios a través de la oración y la lectura de la palabra.
Vuélvete a Dios, clama a Él, y Él sostendrá tu vida, porque tiene cuidado de nuestras almas.