Por ser creación de Dios...
Por ser hija de Dios...
Por ser madre de tus hijos...
Por todo tu desgaste en amor y solidaridad con quien en tu seno abrigaste...
Por ello y un millón de cosas más:
"El Señor te bendiga y te guarde; el Señor te mire con agrado y te extienda su amor; el Señor te muestre su favor y te conceda la paz”.
(Números 6:24-26)
No basta decirse "madre", ganarse el título de serlo es el verdadero y dulce empeño. Ese galardón se obtiene desde que el vientre de la mujer se ilumina de una nueva vida, y al saberlo se ilumina el rostro y alma de aquella desde ese instante madre.
Entonces ella se sabe la mujer más bella mirando su figura nueva en el espejo, y agradece a Dios.
Da así comienzo la batalla humana más hermosa y fiel que no termina sino hasta que se exhala el último suspiro.
En ese trayecto de inmensa magnitud, acompañarse de Jesucristo, del Espíritu Santo, y de Dios Padre, es revestirse de la Invencible Armadura, que permite victorias mil, así como levantarse de una y cien derrotas para comenzar de nuevo sin rendirse.
Pues por ello, y por cada instante de tu amor y de tu lucha ¡Felicidades a ti, que has sido y eres madre!
Madre, aun sin jamás haber tenido el regazo henchido.
"SOLI DEO GLORIA"