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¿ESTÁ MAL QUÉ UNA MUJER TRABAJE FUERA DE CASA?

¿ESTÁ MAL QUÉ UNA MUJER TRABAJE FUERA DE CASA? 


En la narrativa bíblica encontramos relatos de mujeres en medio de sus jornadas laborales, lo cual representaba en aquella cultura un trabajo adicional a las tareas comunes del hogar (Rut 2:8; Proverbios 31:16a, 24; Hechos 16:14; Mateo 24:41). Sin embargo, para muchos creyentes en la actualidad, la sola idea de que una mujer trabaje fuera de casa ha resultado en diversas posturas poco saludables, y en algunos casos, con ningún sustento bíblico.


Estas posturas mal informadas fomentan una cosmovisión que establece el matrimonio y la maternidad como el único llamado de la mujer. Sin duda, el matrimonio y la maternidad son diseños divinos que constituyen la base de nuestra sociedad. Sin embargo, en su soberanía Dios nos ha dado la soltería o la viudez, y ha utilizado a mujeres en estas condiciones para llevar a cabo su plan redentor.


También se ha argumentado que las mujeres, y especialmente las que son madres, son llamadas a quedarse en casa sin excepción, pero esto asume que la maternidad es igual en todas las etapas y circunstancias de la vida. Sin embargo, hay que reconocer que la madre que vive con su esposo y tiene un bebé no está en la misma condición que la madre soltera de tres niños pequeños, y tampoco está en igualdad de condiciones con una madre que vive en extrema pobreza. En cada uno de estos casos la provisión de alimento, vivienda, educación, y salud se verá directamente afectada –o no– por la capacidad productiva de la madre.


Entonces, ¿es incorrecto que una mujer trabaje fuera del hogar? En un artículo titulado “El llamado de cada mujer al trabajo” (Every Woman’s Call to Work), Abigail Dodds resalta algunas cosas que comúnmente se piensan: “Podemos asumir que debido a que una mujer prioriza su hogar, sin recibir paga alguna, ella está ardientemente opuesta a cualquier trabajo fuera del hogar. Y de igual forma, podríamos asumir que porque una mujer está recibiendo un salario por su trabajo fuera de casa, entonces ella detesta el trabajo en el hogar. Estas son presunciones poco saludables y peligrosas, las cuales crean divisiones en el cuerpo de Cristo”.


Para responder acertadamente a la pregunta sobre el trabajo de la mujer fuera de casa, es necesario reflexionar en lo que Dios dice acerca de la mujer y el trabajo a lo largo de las Escrituras. Aquí te comparto dos principios que te ayudarán a moldear y desarrollar una cosmovisión bíblica sobre este tema.


1. No todas las mujeres son llamadas al matrimonio o a la maternidad.-


En nuestras iglesias seguramente hay mujeres solteras, y mujeres sin hijos, pero no necesariamente porque tengan una actitud egoísta, como algunos podrían pensar. Es cierto que en nuestros días vemos a mujeres que rechazan el matrimonio o la maternidad y dicen cosas como: “No quiero dañar mi cuerpo”, “No me gustan los niños”, o “Mi profesión es más importante”. Sin embargo, hay mujeres solteras y madres sin hijos que están en esa condición simplemente porque Dios así lo ha querido. Para algunas de ellas este estado nunca cambiará, y la iglesia necesita analizar y eliminar los prejuicios y etiquetas al respecto.


La viudez, el divorcio, el abandono del cónyuge, el nido vacío, la muerte de un hijo, o la infertilidad son circunstancias que pueden irrumpir y cambiar drásticamente la vida de una mujer. A raíz de sucesos como estos, el trabajo fuera de casa se ha convertido en una necesidad, y no en una opción, para muchas mujeres.


El relato de Rut es un ejemplo de esto. Cuando leemos su historia, nos encontramos con una mujer que enviudó inesperadamente, y que aun en medio de esta difícil circunstancia se vio en la necesidad de trabajar. Rut 2:23 dice que ella “se quedó cerca de las criadas de Booz espigando hasta que se acabó la cosecha de cebada y de trigo”. Así como Rut, muchas mujeres nunca han tenido la necesidad de trabajar fuera de casa hasta que sus vidas dan un giro inesperado y la situación económica del hogar cambia radicalmente.


Durante la Segunda Guerra Mundial, en la mayoría de los países de la Coalición, las mujeres tuvieron que lanzarse a las fábricas mientras los hombres peleaban en la guerra. De la misma manera, en miles de comunidades indígenas las mujeres son las que siembran y cosechan, mientras que los hombres realizan otros tipos de labores. Yo misma he sido testigo de cómo las mujeres en tribus indígenas, a tan solo unos días de haber dado a luz, cargan a sus bebés en las espaldas mientras trabajan en el campo.


Por esta razón es sabio desarrollar habilidades productivas en cualquier etapa de la vida, ya sea para ayudar al esposo o para enfrentar situaciones difíciles; todas somos llamadas a ser productivas y aprovechar bien el tiempo (Proverbios 6:10-11; 13:4).


2. El trabajo dentro o fuera de casa no te define.-


Al hablar sobre el rol de la mujer, uno de los pasajes bíblicos más referidos es Tito 2:3-4. Allí Pablo instruye a las mujeres mayores a enseñar a las más jóvenes a amar a sus maridos y enseñar a sus hijos. Y aunque se trata de una instrucción importante, con aplicaciones relevantes para nuestros días, también es necesario recordar dos cosas. Primero, que se trata de una instrucción dirigida a mujeres casadas. Y segundo, que no debemos interpretar este pasaje como “la única vocación bíblica” a la cual han sido llamadas las mujeres.


En la Biblia vemos también la vocación fuera de casa como una manera de glorificar a Dios. Regresando al relato de Rut, ella no era la única mujer que trabajaba fuera de la casa. Es decir, desde tiempos bíblicos vemos mujeres trabajando fuera del hogar.


La autora Marg Mowzko nos ofrece un amplio panorama bíblico de las vocaciones y trabajos hechos por mujeres:


“La Biblia menciona mujeres que trabajaron en intercambio comercial (Proverbios 31:16a, 24; Hechos 16:14), agricultura (Josué 15:17-19; Rut 2:8; Proverbios 31:16b), en molinos (Éxodo 11:5; Mateo 24:41), como pastoras [de ovejas] (Génesis 29:9; Éxodo 2:16), artesanas, especialmente en el área textil (Éxodo 26:1; Hechos 18:3), como perfumistas y cocineras (1 Samuel 8:13), como parteras (Éxodo 1:15), como enfermeras (Génesis 35:8; Éxodo 2:7; 2 Samuel 4:4; 1 Reyes 1:4), como empleadas domésticas (Hechos 12:13), y ¡hasta lloronas profesionales! (Jeremías 9:17). Algunas mujeres fueron patrocinadoras (Hechos 16:40; Romanos 16:1-2), líderes (Jueces 4-5; 2 Samuel 20:16) y reinas gobernantes (1 Reyes 10:1; Hechos 8:27). Una mujer en la Biblia es descrita como la constructora y fundadora de una ciudad (1 Crónicas 7:24)”.


Esta es una buena compilación de las vocaciones descritas en la Biblia. Sin embargo, debemos recordar siempre como buen principio de interpretación, que la narrativa bíblica es descriptiva y no necesariamente prescriptiva.  Por lo tanto, debe ser interpretada a la luz de toda la Escritura.


Lamentablemente, tanto hombres como mujeres han cometido el error de buscar en el trabajo su fuente de identidad. Y no solo eso, sino que también al hablar de la vocación de la mujer, erróneamente la han expresado en términos de igualdad con el hombre, afirmando cosas como: “Eres igual que el hombre”, “Tú puedes hacer el mismo trabajo, porque eres igual que él”.


La posición complementaria, la cual es mi posición, afirma que la Biblia, la biología, y la anatomía básica respaldan que el hombre y la mujer son iguales en cuanto a dignidad y valor, pero tienen roles distintos. Una mujer que abraza su rol de acuerdo al diseño divino tiene un reto y un propósito especial al trabajar fuera del hogar: no buscar su identidad en su trabajo. Nuestra identidad está en Cristo. Ningún rol humano es eterno. Por eso, lo que hacemos en esta tierra -cualquiera que sea nuestro estado: si casadas o solteras, con hijos o sin hijos, si trabajando en casa o fuera de ella- no nos define. Nuestro llamado es a glorificar a Dios, y nuestra meta es que la imagen de Cristo sea formada en nosotras (Romanos 14:8-11; 1 Corintios 10:30-33; Colosenses 3:17).


SOLI DEO GLORIA

𝑳𝑶𝑺 𝑨𝑵𝑮𝑬𝑳𝑬𝑺 𝑴𝑨𝑳𝑶𝑺 (𝐷𝐸𝑀𝑂𝑁𝐼𝑂𝑆)